Elogio a la esquina

  • Arquitecto: Antonio Tenreiro Rodríguez, Peregrín Estellés Estellés
  • Fecha: 1934-1936
  • Dirección: Calle Torreiro 6-8

Seguramente has pasado por este edificio mil veces o te has parado a disfrutar de las tapas de La Bombilla, pero quizás no has analizado con detalle el interés arquitectónico del Edificio Soto, construida como vivienda residencial para Francisco Soto, con un bajo destinado a local.

Es interesante compararlo con el de enfrente, en calle Galera 8, para entender la evolución de nuestra arquitectura desde el estilo modernista al racionalismo, una corriente arquitectónica muy en boga en la Europa de Entreguerras que se asocia a otras corrientes artísticas como el cubismo o el futurismo. Frente a la ornamentación y el exotismo de aquel, éste apuesta por una arquitectura fundamentada en la razón, de líneas sencillas y funcionales, con formas geométricas simples y materiales de inspiración industrial como el acero, el hormigón o el vidrio. La belleza se encuentra en la pureza del diseño, como ya había anunciado Walter Gropius en la fundación de la Bahuaus en 1919. El racionalismo toma fuerza tras el modernismo y el eclecticismo y muchos de los arquitectos de la ciudad fueron transitando con naturalidad por estos estilos tan diferentes en un momento en el que el acceso a las revistas de arquitectura o los viajes no eran tan comunes como hoy en día.

Curvas y sencillez

Antonio Tenreiro es uno de los arquitectos que mejor se anticipó a los nuevos tiempos. Durante un tiempo fue arquitecto municipal, aunque fue denostado y perdió parte de sus trabajos por su militancia republicana. Es autor de obras emblemáticas en la ciudad, como el Cine Savoy, el Mercado de San Agustín (junto a Rey Pedreira) o la Estación de Servicios en Cuatro Caminos. Firmó parte de sus obras junto a Peregrín Estellés, su socio durante casi toda su carrera. Su arquitectura transitó desde el estilo Beaux Arts (Banco Pastor) al Art Decó evolucionando finalmente al Racionalismo, estilo en que se engloban tanto el Edificio Soto, que hoy analizamos, como su ‘gemelo’, Casa González, que puedes visitar en calle de la Estrella y que reconocerás fácilmente, ya que comparten soluciones plásticas en la fachada y el empleo de los huecos y los balcones en curva en las esquinas.

Edificio Soto ocupa una parcela en esquina, con una forma romboidal, y tiene un bajo comercial y cuatro andares, con dos viviendas por planta. Todas las estancias dan a fachada, desplazándose baños y cocinas al interior, para ventilar y recibir luz a través de un patio.

Si nos paramos a contemplar con detalle el edificio, llama la atención el diseño de su fachada, su ritmo y sus formas -curvas, rectas, cuya combinación acentúa la presencia de la arista- y la belleza de su aparente sencillez.

Esta obra, y las que posteriormente siguieron el lenguaje racionalista, apenas apuestan por los elementos decorativos, pero sí por los juegos de volúmenes, la iluminación y la geometría.

El Racionalismo en A Coruña

El Racionalismo llega a A Coruña en los años 30, una década más tarde que su eclosión internacional. Lo hace en un momento de gran cambio demográfico, con migraciones del campo a la ciudad, y, por tanto, de necesidad de viviendas y equipamientos. También en una etapa de cambios políticos, culturales y grandes avances tecnológicos.

Entre 1930 y 1940, la población crece en A Coruña en un 40% y la ciudad crece más allá de sus márgenes tradicionales. Desde la perspectiva de la arquitectura, muchos profesionales llegan a la ciudad tras estudiar en Madrid y Barcelona, donde ya se forman en las nuevas corrientes europeas.

El Edificio Formoso, que veremos al final de esta ruta, supone la primera obra racionalista de la ciudad, de la mano de Antonio Tenreiro y Pedro Mariño.

Junto a Caridad Mateo, Rafael González Villar, Eduardo Rodríguez-Losada y Leoncio Bescansa, el tándem Tenreiro-Estellés definirá la nueva ciudad.

El Mercado San Agustín, la Casilla-biblioteca Menéndez Pidal (en serio deterioro respecto al proyecto original), y diferentes viviendas a lo largo de la Pescadería y del Ensanche evidencian la llegada de esa vanguardia, que siempre convivió con el peso de la tradición constructiva gallega.