Una proeza estructural en Riazor

  • Arquitecto: Santiago Rey Pedreira
  • Fecha: 1968-1970
  • Dirección: Calle Manuel Murguía s/n

Riazor es mucho más que su famoso estadio de fútbol. Los aficionados al atletismo, al hockey, al boxeo y el deporte local de base así como los asistentes a grandes eventos culturales lo saben muy bien. Desde 1970, su sede es el Palacio de Deportes, en el que varias generaciones de coruñeses han vivido noches inolvidables de hockey, a los Globe-Trotters, al boxeador Manolo Planas, o han escuchado a Tom Jones y Tina Turner. Unos recuerdos que se alojan bajo la cubierta de este escultural edificio, una osadía constructiva del arquitecto Santiago Rey Pedreira, que los especialistas señalan como una de las obras más destacadas de la ingeniería arquitectónica en el mundo.

Nos encontramos ante uno de esos espacios que afrontan de forma innovadora las nuevas necesidades que surgen en la sociedad. Un proyecto largo y complejo, en un momento en el que, a través del desarrollo tecnológico, se buscaba economizar costes. El encargo es de 1961 y para ejecutarlo con éxito, a partir de 1968, Rey Pedreira contó con la colaboración del Ingeniero de Caminos, José Antonio López-Jamar y del Instituto Eduardo Torroja, con quien había trabajado en el proyecto del Quiosco de la Plaza de Ourense y para los cálculos de la estructura del Mercado de San Agustín. Se trataba de crear un gran recinto compacto con capacidad para 7.000 espectadores (4.425 sentados) y requería de soluciones técnicas muy precisas para conseguir una adecuada ventilación, una iluminación natural y artificial equilibrada y una buena acústica.

Gran parte del edificio se levantó donde estaban el Pórtico de Olimpia y el campo de entrenamiento del Estadio de Riazor, edificio contiguo inaugurado en 1944, también de Rey Pedreira.

Una cubierta innovadora

El elemento más destacado del Palacio de los Deportes es la cubierta, resuelta con arcos de trazado parabólico realizados con cables de acero intersecados. Una estructura singular basada en una idea original de Maciej Novicki para el edificio Dorton Arena, obra de los años 50 que se encuentra en Raleigh, North Carolina. Rey Pedreira propone así una lámina que sigue un proceso muy diferente al de otras de hormigón que se estaban haciendo en aquella época, como las de Félix Candela, o las de ladrillo de Eladio Dieste.

Tal y como explicó el propio autor en la revista Arquitectura (número 146 febrero 1971), esta solución le pareció la mejor para conseguir dinamismo, tanto en el espacio interior como en el volumen exterior: “Los arcos permiten dirigir y concentrar empujes, y la red de cables suspendida de ellos cubrir grandes espacios a gran altura y sin costosos encofrados”.

De estos cables de acero de la cubierta, una vez tensados, colgaban tablas de pino rojo tratadas con aceite de linaza “en los que se apoyaron piezas prefabricadas de hormigón celular, tensándose de nuevo los cables para proceder al hormigonado total de los espacios correspondientes a las tablas”.

Imagen de la colocación de los cables que forman la malla de la cubierta.
Fuente: Revista ‘Arquitectura’ del COAM

Es muy interesante comparar esta cubierta con la del Mercado de San Agustín, del mismo autor. El hormigón cuando se fabrica es líquido y hay que moldearlo: el molde de San Agustín tiene forma de arco, mientras que en el Palacio de los Deportes se colgó como una cesta. Además, aunque ambas cubiertas tienen forma de parábola, la lámina de San Agustín es autoportante, se aguanta sola y podría trasladarse a otro lugar, mientras que en el Palacio de los Deportes necesita de todas las costillas perimetrales para funcionar.

Cambios en el exterior

La estructura original estaba realizada en hormigón visto con un zócalo de pizarra. El parqué interior, de 20×40 metros, se elaboró con 65.000 piezas de madera.

Lamentablemente, en remodelaciones posteriores, la fachada del Palacio de los Deportes fue pintada, perdiéndose así alguna de las aportaciones más importantes de la superficie envolvente, que parecía un gran esqueleto. También se añadieron los actuales acristalamientos espejados, que no estaban en el edificio de algo más de 50 años. 

Exterior del Palacio de los Deportes en el año 1970. Fuente: Revista ‘Arquitectura’ del COAM

El Palacio de los Deportes se inauguró en 1970, con un partido de hockey sobre patines entre España y una selección de Resto del Mundo. Medio siglo después, y con el Coliseum y el Palacio de la Ópera como principales recintos para espectáculos, este Palacio sigue siendo la casa de los deportistas, especialmente de nuestro atletismo, aunque continúa albergando eventos y festivales de música.

Para ampliar información:

Fotografía principal: Mario Entero.

Coliseum y Palacio de la Ópera, recintos de música

Coliseum.

A Coruña es una ciudad con diferentes espacios para la música y el espectáculo. Además de los teatros Colón y Rosalía, hasta finales de los 80 el espacio de referencia era el Palacio de los Deportes. Pero en 1989 se inauguró el Palacio de la Ópera, realizado por Grupo Tau, empotrado en la cantera de Santa Margarita y pensando sobre todo en la programación de la Orquesta Sinfónica de Galicia.

Dos años más tarde, se inauguraba el Coliseum, con la idea de ampliar el aforo existente hasta la fecha a 11.000 personas en un gran espacio de la ciudad y acoger también una plaza de toros.

Este proyecto, ubicado en la avenida Alfonso Molina, fue encargado a un equipo de ingenieros y arquitectos, entre ellos Salvador Pérez Arroyo, Javier García Alba, Fernando Río Duran y Berta Rodríguez Rodríguez.

Las iglesias románicas de la Ciudad Vella son también ocasionales escenarios de conciertos de música clásica al igual que los patios y plazas de la ciudad, María Pita o la playa de Riazor, siguiendo así con una tradición de música en directo que hace ya un siglo, en los años 20 del siglo XX, tenía lugar en edificios como La Terraza o los bares musicales de la época.